Empresarias
empresarios de México,
Llevamos
más de veinte años sin que nuestra economía crezca a niveles que permitan una
vida digna.
Para
tomar la senda del crecimiento con equidad, el Estado debe contar con
mecanismos que le permitan una redistribución efectiva de la riqueza.
Las
reformas económicas deben basarse en la idea que no hay un solo conjunto de
políticas que puedan garantizar el crecimiento sostenido. Ni en el arte ni en la economía es válido el principio totalitario de
caminos únicos.
Hace algunos
años se dice que un secretario de Estado expresó que la mejor política
industrial es la que no existe. Estaba totalmente equivocado. La mejor política indistrial es la que sí
existe.
La mejor polítca industrial es la que deliberadamente
fomenta el espíritu emprendedor e innovador de las mexicanas y mexicanos.
Ofrezco
que esta política industrial sea una política de estado.Pero ¿qué es una
política de estado?
1. Una
política de Estado es un asunto de tal relevancia para el conjunto del país que
exige el establecimiento de un compromiso pluripartidista con la sociedad.
2. Una
política de Estado se diseña hacia un horizonte que trasciende un sexenio.
3. Una
política de estado transporta en su seno la flexibilidad suficiente que permite
corregir rumbos y enriquecerse con la experiencia adquirida previamente.
En
síntesis una política de estado crea confianza y certidumbre en un rumbo
determinado. Porque éste no se define ni através de una junta de notables ni de
un círculo cerrado. Una política de estado se construye con un proceso de
interacción entre ciudadanos libres, en deliberación con tecnócratas y
expertos, políticas y empresarios, asociaciones y sindicatos, universidades y
centros de investigación.
Señoras y señores,
En la esencia de
todo proyecto modernizador está inscrita
una consigna básica: cambiar para consolidar. No se trata de simular cambios
para que no cambie nada, sino de reconocer que éstos no ocurren en el vacío,
son producto de un determinado itinerario social que abreva en los legados
históricos de la humanidad. Los cambios cuando son profundos no responden a una
voluntad. Requieren de la suma de muchas voluntades individuales. El buen gobierno obliga a marcar el ritmo
del cambio. Impulsos precipitados, descoordinados, unilaterales y sin el
suficiente consenso social pueden terminar bloqueando los propósitos
modernizadores.
Para
todos ustedes seguramente está claro que la historia del primer sexenio con
alternancia en la
Presidencia de la República, aún antes de concluir, puede sintetizarse en una frase. Impotencia para realizar cambios profundos
que potencien nuestro desarrollo económico. Lo más paradójico es que al
iniciar la administración del presidente Vicente Fox, existía un amplio
consenso sobre la necesidad de dichos cambios. Una parte del problema, por
supuesto, radica en que las transformaciones que se proponían tienen un alto
grado de dificultad. No es para menos. Se trata de reformas que afectan a
muchos individuos, muchos intereses y muchos ámbitos. Su grado de complejidad
técnica y política exigía el establecimiento de una ruta clara de acuerdos y
compromisos. Se requería una nueva forma
de hacer política.
En
lugar de ello el presidente y sus aliados trataron de empujar las reformas
aplicando viejas reglas del juego que ya no son efectivas en la actual realidad
política donde el poder se ha redistribuido y los ciudadanos se informan mejor
y exigen mayor transparencia en la acción pública.
El error es responsabilidad, primero, del ejecutivo. Pero no
únicamente. Los partidos y sus representantes en el legislativo comparten esa
responsabilidad pues, por proteger sus muy particulares intereses partidarios
eludieron acuerdos de largo plazo.
El
presidente Fox trató de gobernar mediante un acuerdo --no público y hasta donde
sabemos, no escrito-- con un sector del PRI. El error del presidente no fueron
los acuerdos, sino intentar promoverlos, como suele decirse, en lo oscurito,
sin compromisos explícitos de cada una de las partes y sin que la opinión
pública pudiera conocer y supervisar esa alianza informal. El resultado está a
la vista: incertidumbre, falta de rumbo claro y una generalizada actitud de
suspicacia y desconfianza de la opinión pública, del resto del PRI y de los
demás partidos.
El
Presidente Fox y la oposición no se atrevieron a hacer aquello que una y otra
vez la realidad demandaba: cogobernar sobre la base de acuerdos públicos,
explícitos, evaluables, donde cada uno de los aliados --otros partidos o
expertos de la sociedad civil-- puedan asumir responsabilidades y costos para
sacar adelante los acuerdos.
Cuando
el ejecutivo no tiene mayoría en el congreso, es condición normal y deseable de
una democracia, no sofocar la pluralidad política. Lo que urge es cambiar las
reglas de la política par acomodar esa pluralidad.
Señoras y señores,
Como
candidata a la presidencia de la República con mi partido Alternativa busco el
crecimiento con equidad lo cual implica:
1) Mejorar
los mecanismos de redistribución que tiene el Estado;
2) Promover el encadenamiento de cadenas
productivas entre regiones para que la riqueza de una región beneficie a otras,
3) Promover el acceso responsable pero no
excluyente de los empresarios particularmente los micro y pequeños empresarios
a los mecanismos de promoción del financiamiento, entrenamiento, información y
otros servicios y apoyos con que cuenta el estado,
4) Garantizar que las mujeres puedan desplegar
todas sus potencialidades empresariales con acceso al financiaimeinto, a los
mercados, a la tecnología.
En Alternativa creemos que no puede haber
economía interna dinámica si la mayoría de la gente tiene un escaso poder
adquisitivo. Por lo tanto, el desarrollo y la maduración del mercado interno es
estratégico para el país. Incluso, sin mercado interno fuerte, nuestra fuerza
exportadora terminará por agotarse y por provocar aún más desigualdad social y
distorsión en el desarrollo de las regiones. Por esto afirmamos que un mercado
interno fuerte es la mejor plataforma para sostener una fuerte economía
exportadora.
Nuestras propuestas de políticas de fomento industrial
estarán orientadas a facilitar la reconversión del aparato productivo para que
sea más competitivo. Por esto ofrezco que:
1) Promoveremos esquemas de asociación público-privadas para incentivar la
inversión en nuevos negocios. Una combinación del conocimiento e iniciativa
empresarial con los que tiene el gobierno, puede ayudar a crear iniciativas de
negocios exitosas.
2) Daremos un fuerte
impulso a la economía del conocimiento para reducir nuestro rezago respecto
a otros países con nivel de desarrollo similar y aumentaremos sustancialmente
el gasto público para investigación y desarrollo de nuevas tecnologías y
productos. Eso incluye incentivar y subsidiar este tipo de actividades y
proyectos que realicen empresas privadas, y centros de investigación reforzando
al CONACYT, a la UNAM, al IPN y a las universidades públicas y privadas de
ámbito regional.
3) Promover políticas públicas y legislativas para conciliar las responsabilidades laborales y
familiares para mujeres y hombres. Que nadie, especialmente las mujeres,
tengan que sacrificar carrera por construir una familia, ni lo contrario se
deje de tenr crías para así desarrollar una profesión o una empresa.
Señoras y señores,
Quisiera volver a mis conceptos iniciales. En la
actualidad refutar las elaboraciones
teóricas que justifican la injusticia existente, requiere cultivar el tronco
común de la acción del Estado como regulador y promotor de los agentes
económicos privados. Con una óptica de eficiencia con distribución social más
equitativa.
Si justicia social y libertad de emprender
quieren coexistir y prosperar juntas, necesitamos cambios de visión y un cambio
en la forma de hacer política. En pocas palabras, para despejar el camino hacia
el desarrollo urge reformar la política,
reformar el poder.
Yo traigo a esta reunión de CANACINTRA una sola propuesta y un método para construirla.
Propongo desarrollar por región, con ustedes empresarios de las
diversas industrias de la transformación, el diseño de una política integral
para el fomento industrial que sea
asumida como política de Estado en el nuevo gobierno 2006-2012.
México puede desplegar sus grandes
potencialidades económicas si establece nuevas
reglas del juego para el ejercicio de la política y del poder. Con una democracia
que garantice el ejercicio tanto de una ciudadanía política, como de una
ciudadanía social. Debemos entonces preguntarnos qué estamos dispuestos cada
quien a cambiar. Es una pregunta que el mundo empresarial se debe hacer
respecto a la mayoría de la población que vive en diversos niveles de pobreza y
que ahora, gracias a la democracia, tienen en sus manos un gran poder, el poder de su voto.
Muchas Gracias.