¿Alguién sabe quien escribió esto?
Nosotros
pensamos que, dado el costo social de un movimiento de este tipo, no
podemos apostar a repetir el error de despreciar a la sociedad, al
pueblo, o al equivalente que quiera usar cada quien para referirse a
la mayoría de la población. No se trata de derrocar un
gobierno y poner otro, acabar con un sistema social y poner otro sin
que la gente pueda opinar sobre ese sistema social. Decimos nosotros
que, en lugar de derrocar o destruir un sistema, o derrocar o
destruir un gobierno y poner otro, lo que necesitamos es abrir un
espacio de lucha política donde la ciudadanía, o la
mayoría de la gente, pueda tener participación política
y opinar y decidir qué sistema social, qué sistema
político, qué gobierno es el que quiere.
Nosotros
decimos que no importa tanto quién está en el gobierno,
sino cuál es la relación de ese gobierno con los
gobernados. Nosotros pensamos que ésa es una solución
más estable y que goza de una mayor riqueza histórica
que el golpe de estado, que una revolución relampagueante o
larga, como se quiera, o un desastre económico y político
sustituido por otro desastre político y económico. Lo
que nosotros no queremos es que al final hagamos las cuentas y
digamos "bueno, pues ya luchamos tantos años y estamos
igual aunque cambiamos, tumbamos al gobierno y pusimos otro y pasaron
tantos años y volvimos a quedar igual, siguen estando la
sociedad política por un lado y la sociedad civil por otro".
No sólo por otro, sino abajo de esa sociedad política,
y sin poder participar en la toma de decisiones; hasta que se harte
otra vez y vuelva a nutrir un movimiento pero no ocupe un nuevo
espacio y dé lugar a un reacomodo de la sociedad política,
siempre arriba, con la sociedad civil abajo, como siempre. Si
logramos abrir ese espacio de lucha, vamos a pelearnos pero en un
terreno donde todos nos vean, con ciertas reglas en las que estemos
todos de acuerdo y en igualdad de condiciones, y ahí sí
se verá quién gana, quién puede convencer o
ganar a la mayoría de la población para una opción
política o para otra. Eso es la democracia, lo que
teóricamente debería ser la democracia, y por eso
estamos luchando. En ese espacio se podría decidir qué
procede, si el capitalismo, si el neoliberalismo, si el socialismo,
si el comunismo. Cuando no hay, como no hay, un espacio democrático
de confrontación de las propuestas políticas con los
afectados, que son los gobernados, no importa qué sistema
social impere, tarde o temprano va al fracaso. Con la caída
del muro de Berlín, con el derrumbe del campo socialista, lo
que se produce no es el fracaso de un sistema social y el triunfo de
otro, el fracaso del socialismo y el triunfo del capitalismo; en
realidad se trata del fracaso de una forma de hacer política.
Pensamos
que lo que está fallando es una forma de hacer política,
que hay que encontrar una nueva, que no tenemos una puta idea de cómo
sea esa forma nueva, pero sí de cómo no debe ser, y que
para dar con esa forma nueva necesitamos otras voces y otros pasos.
Eso sí lo sabemos. Nosotros decimos que no podemos solos.
Decimos que debemos aprender a escuchar y a darle lugar a la palabra
de otros y nuestra gente, tiene que aprender también que su
palabra tiene un lugar y tiene que pelear ese lugar adentro. A lo
mejor surge de ahí una nueva forma de hacer política.
Nosotros apostamos a una premisa fundamental: no a la toma del poder,
no a los cargos gubernamentales, no a los puestos de elección
popular, y vamos a ver qué tipo de políticos produce
una organización de esa naturaleza. Suponemos que debe cuando
menos provocar desencanto entre los políticos profesionales,
que dirán "para qué nos metemos ahí si como
quiera no vamos a agarrar hueso". Vamos a ver si nuestro fracaso
como izquierda o como movimiento democrático es mayor que el
de los que sí se plantean la toma del poder y no logran
incorporar a mucha gente en sus filas. Pero nos dicen que si no nos
planteamos la toma del poder, nunca se nos sumará el pueblo.
Nosotros respondemos "y a ti que sí te planteas la toma
del poder, cuándo se te ha sumado el pueblo". Por esa
premisa política que escandaliza y -dicen- nos lleva al
anarquismo o al oposicionismo porque no nos gusta tener el poder, lo
que es cierto, tratan de encajonarnos bajo una etiqueta u otra.
Se
trata de una nueva respuesta social que, creo, es la que ha
inquietado más a nivel internacional, más que el
aparato o la poesía de los comunicados: es la idea de que sí,
que es posible algo nuevo y que es bueno intentarlo. No tenemos nada
que perder.