De las ideas más difíciles de comunicar sobre el pragmatismo, es la idea de una ética sin principios. De una ética brutal que mantiene la relación directa entre medios y fines, en vez de dividirlos. El problema es que cuando uno cuestiona la idea de los principios, la reacción automática es preguntar "¿qué, los fines justifican los medios?", a lo que siempre contesto con una larga explicación larga y no siempre muy exitosa "No, pero ciertos fines justifican ciertos medios".