...socialdemócrata...
Ricardo Raphael
Hace a penas un par de semanas el vicepresidente de esa fuerza
política, Jorge Wheatley Fernández, envió una carta desesperada a los
militantes socialdemócratas donde dejaba en claro que el proceso
interno para la constitución de la nueva dirección había perdido el
rumbo:
“El proceso hacia la Asamblea Nacional no se ha traducido
en un esfuerzo por atraer … a ciudadanos auténticos y para construir,
desde la base, órganos de ciudadanos libres. (Se) ha recurrido a
fórmulas de la vieja política, precisamente lo que este partido se
propuso combatir.”
Este funcionario hizo obviamente referencia al
uso indiscriminado de recursos clientelares y de alianzas políticas —a
la postre muy costosas— que se han utilizado, no sólo para apropiarse
de la nueva dirección sino para eliminar al adversario.
Con algo
de ingenuidad pero sobre todo con mucha desesperación, Wheatley
concluyó su comunicado con lo siguiente: “Este esfuerzo es el producto
de más de una década de lucha, organización y propuesta… Alternativa
Socialdemócrata no le pertenece a nadie, a ningún grupo y a ninguna
personalidad.”
El vicepresidente se engaña. A él personalmente le
tocó escuchar cuando Begné advirtió a quien esto escribe que en su
entendimiento de las cosas eran irrelevantes los esfuerzos emprendidos
antes de Alternativa.
Lo dijo con toda transparencia y pulcritud.
Sin engaños, pues: la tradición que comenzara con Democracia Social y
que luego se continuara con México Posible no tendría cabida en
Alternativa mientras él estuviera al frente del partido.
De esa
identidad previa le estorbaban en particular dos cosas: lo que Begné
llamaba, con tono de menosprecio, la agenda “pinky”, y la dificultad
para sacar adelante su muy personal estrategia política de alianzas.
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