La parte más preocupante de la carta de Díaz Cuervo es su insistencia en que la democracia no existe sin demócratas. Pues aprovecha, para él mismo, definir quién es un demócrata y quién no. Quien acepte los resultados, que lo benefician, provocados por golpeadores, es un demócrata; quien lo denuncie, no lo es. Es una lástima que, con tanta facilidad, olvidando la historia de nuestro país, pretenda regresar sigilosamente a los argumentos más autoritarios del priismo. Habrá que recordarles, a él y a Alberto Begné, que en la democracia hay derechos y la denuncia, las impugnaciones ante tribunales y el ejercicio de la libertad de expresión, son una parte central de la acción democrática (tanto Alberto Begné como el diputado enfurecen frente al ejercicio de la libertad de expresión de periodistas prestigiosos). Lo que no es democrático es contratar golpeadores para acallar y excluir a los adversarios.
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