En general los argumentos planteados en el libro son claros, certeros y convincentes. Es una crítica fuerte, de frente y que expresa recurrentemente la esperanza de que la izquierda sea gobierno. Es decir, la ideas y las intenciones del libro son muy muy buenas. Sin embargo, la gran decepción es que son muy buenas para un debate imaginario entre 1988 y 1992.
De alguna manera todas las viñetas, pues en realidad es una recopilación de sus artículos en Milenio, están llenas de referencias que no pasan de 1994. No sólo las referencias sobre la izquierda mexicana, y las contradicciones, que se argumenta, vive internamente, sino que la única referencia a otro texto de izquierdas es a un texto de Giovanni Sartori publicado en 1992 en una recopilación de Gianncarlo Bosseti Izquierda Punto Cero (por cierto en ese libro hay una de las versiones del texto de Rorty "Cantaremos Nuevas Canciones" digo versión porque en realidad lo modificó dos veces tras una fuerte crítica de Cornelius Castoriadis. El texto de Rorty es mil millones de veces mejor que el de Sartori) en el cual Sartori hace una crítica a la izquierda en el contexto de la medio existencia/medio fin del socialismo real.
El problema del libro de Aguilar Camín es que toma por supuesto que por lo menos entre 1994 y 2008 no ha sucedido nada. En la izquierda nadie ha dicho nada, según él. Tan clara está la omisión de los últimos 14 años que incluso sostiene el debate es entre ¿Estado o mercado? y ni siquiera reconoce que pasó de eso a ¿cuánto Estado y cuánto mercado? y de ahí a ¿qué Estado y qué mercado? Las pocas veces que tuve que discutir en público con perredistas (y con algún repetidor de prejuicios como Begné) ellos sintiendose muy modernotes decían "el dabate de fondo es ¿cuánto Estado y cuánto mercado?" a lo que yo les insistía que esa pregunta no era importante pues era como de mediados de los noventa, la pregunta de ahora es ¿qué Estado y qué mercado? Es decir, considerando que ambos se pueden diseñar, ¿cómo los diseñamos y qué consecuencias esperamos? La misma omisión se nota más claramente con la descalificación de cajón a cualquier idea que haya surgido del EZLN y del muticulturalismo. Es verdad, ya nadie pone atención que lo que dicen o escriben los zapatistas, pero insistir en que a) sólo creen en la vía armada, b) y que sólo son indigenistas ultra conservadores implica no haber vuelto a leer ni observar nada desde los noventa.
Creo que el libro expresa un riesgo más preocupante para la izquierda y que creo que desde la izquierda debe de ser enfrentado. El riesgo consiste en dos cosas. a) entronizar en México, sin mayor reflexión la idea socialdemócrata como un cuerpo de ideas que no es, en vez de como un conjunto de soluciones a problemas particulares, y b) cometer el mismo error de la izquierda marxista de hablar de la superioridad moral histórica de la izquierda al hablar de la razón y el progreso.
Este segundo punto me parece el más riesgoso y más presente en los debates de las izquierdas. Pues en vez de dar argumentos sobre la izquierda por construir haciendo alguna referencia a las aspiraciones éticas de las izquierdas en términos prácticos, pretende reducirlos a lo que es "racional". Este énfasis en la racionalidad (y el progreso) cierra los debates de la misma manera que el énfasis en la superioridad moral por default. Más grave aún es que implicitamente la racionalidad termina estando por default o en la derecha no reaccionaria o en el blairismo tropicalizado que imita a la derecha no reaccionaria.
Hay algo que pensar sobre cualquier cosa que se asuma moral o racionalmente superior, sin embargo de poco servirá para la izquierda no asumir explícitamente la construcción de una comunidad ética. Ahí está, creo yo el debate de fondo, ¿que comunidad ética queremos construir? una vez que inicia ese debate, entonces uno puede pensar con mayor claridad sobre las consecuencias prácticas. Renunciar a alguna, cualquiera, aspiración ética terminaremos por convergir sin mayor reflexión en los lugares comunes de quienes tengan mayor posibilidad de hacerlos realidad repitiéndolos masivamente.
La izquierda mexicana podrá ser la cloaca, pero la socialdemocracia en versión europea de los noventa, se ha convertido en el jorobado que nadie quiere reconocer que lo es.