Mientras no haya un público que exija congruencia, mientras las personas no ejerciten activamente sus derechos civiles, tendremos políticos que seguirán actuando bajo el supuesto de que pueden ser impunes a sus errores, trampas, y mentiras. Por esa razón una renovación de la clase política nacional sólo puede suceder desde la ciudadanía, y desde la muestra efectiva de que la ciudadanía, cuando tiene las condiciones mínimas de libertad, puede ejercer sus derechos políticos de manera responsable y creativa.
En su editorial en El Universal del 10 de junio, Alberto Begné, hoy presidente provisional de Alternativa Socialdemócrata, sin explicación alguna expresa una posición incongruente con la plataforma electoral del partido político al cual llamó a votar y con la que se comprometió frente al electorado en las elección del 2006. Begné, hoy sostiene que los mecanismos de democracia directa son propios del autoritarismo, y que mezclados con la democracia representativa provocan el debilitamiento de los regímenes democráticos. Sin embargo en la Plataforma Electoral 2006 – 2012, propuesta al partido por Begné, y votada por él mismo, está incluida como propuesta de Alternativa Socialdemócrata una Ley de Participación Ciudadana. La propuesta dice: “creemos que la democracia representativa debe fortalecerse con formas de democracia directa, tales como: iniciativas legislativas populares, revocación de mandato, candidaturas ciudadanas independientes, plebiscito, referéndum”.
La razones del rechazo de Begné a la plataforma de su propio partido no son claras, y es probable que tenga que ver con una muy particular, y equivocada, interpretación política de responsabilidad frente al voto comprometido en las elecciones. Sin embargo también tiene que ver con un problema, por lo menos tan grave, que es la falta de imaginación de la clase política en nuestro país. En vez de que los políticos tradicionales hagan un ejercicio intelectual serio para imaginar con qué características particulares un referéndum puede ser un buen mecanismo para que las y los ciudadanos se expresen, recurren automáticamente a sus prejuicios. Hasta el momento, tanto quienes apoyan, como quien se oponen a un referéndum sobre la reforma petrolera, pretenden que su posición al respecto sirva para imponer su muy particular visión de alguna solución correcta. Cuánto más interesante sería que la discusión fuera sobre cómo se pueden construir las condiciones para que la ciudadanía esté informada, para que un mecanismo de participación directa no sea manipulado, y para que al fin y al cabo las instituciones expresen un acuerdo entre las y los ciudadanos, y no como suele suceder un acuerdo en lo oscurito entre grupos de interés.
Este llamado a la congruencia de un dirigente político, se suma al llamado que le hizo hace un par de días el TEPJF, en el cual decidió anular la Asamblea Estatal en el DF y la Asamblea Nacional de Alternativa Socialdemócrata porque se acreditó que el grupo político de Begné usó a golpeadores pagados para excluir con violencia a sus contrincantes y en particular a Patricia Mercado. Si Begné fuera congruente con las instituciones que dice defender, y con su rechazo a la violencia, tendría que renunciar en este momento a su cargo, pues es producto de un acto ilegal como señalaron los magistrados. Si Begné quiere ser socialdemócrata tendrá que primero que demostrar ser un demócrata, regresando a la política como espacio de deliberación, lugar del cual se retiró hace mucho tiempo.