Soy un tipo que bebe poco, y para beber lo que bebo aún no encuentro manera de justificarlo, o por lo menos no encuentro justificación que me deje satisfecho sobre el consumo de alcohol. Por lo menos tengo dos razones para beber poco: una física, y la otra psicológica.
La primera razón es que desde la primera vez que me emborraché, por ahí de los 15 años, me di cuenta que la "cruda" que yo sufría era mucho más brutal que la que sufrían mis compañeros de copa. Habíamos descubierto las virtudes y vicios de las barras libres, y de esconder el fuerte sabor a alcohol detrás de empalagosas combinaciones azucaradas. Todos bebimos por igual. Ellos al día siguiente se sentían mal, algo de cruda moral, se sentían temblorosos y físicamente débiles, boca seca, un leve y constante dolor de cabeza, etc. En cambio yo tenía un dolor de cabeza fuerte he intenso, cualquier cosa que tomaba o comía la vomitaba en un par de minutos. La luz y el ruido me profundizaban la jaqueca que me duraría hasta alrededor de las 7 de la noche del día siguiente. Es decir, en realidad a mi no me dan crudas, sino que me dan migrañas.
Sin embargo este desagradable malestar físico tiene en parte un origen psicológico. Si bebo cuando estoy a la mitad de un semestre escolar, entonces seguro me da migraña. Si bebo durante vacaciones, es menos probable que me de. No hay duda la migraña tiene que ver con el estado de ánimo, y hay algunos químicos que la disparan rápidamente. Cuando tengo clases, estoy siempre al borde de la migraña, y el alcohol (puede ser una sola cerveza) me la dispara, en cambio cuando estoy relajado sin responsabilidades particulares puedo beber, emborracharme, y al día siguiente casi ni sentir cruda (la excepción de esto es el vino tinto, ese casi de olerlo me da migraña).
Octavio Paz sostenía que los estadounidenses beben para olvidar, y que los mexicanos bebemos para confesarnos. En mi caso no es ni una ni la otra. Sólo bebo cuando estoy de buen humor, cuando creo que hay algo que festejar (que puede ser la vida misma), cuando el futuro resulta algo promisorio, cuando veo más oportunidades que obstáculos. Es decir, no bebo cuando estoy tenso, aburrido, triste, o enojado (sería garantía de migraña), sino que bebo cuando las oportunidades que hay en la esfera del mundo cercano merecen ser aprovechadas con una buen desinhibidor químico. Un lubricante social como a veces se dice.
Aún así, bebo poco. No porque no hayan momentos de alegría, festejo y optimismo en mi vida, sino porque no logro justificar el alcohol. No logro justificar la necesidad del desinhibidor, del lubricante, del relajante. No logro encontrarle el buen y atractivo sabor al alcohol (con un par de excepciones). Antes que bebía menos todavía, cuando alguien me preguntaba qué porqué bebía poco, les contestaba con la respuesta de Nietzsche, diciendo que el alcohol servía para evadir al mundo como es, y que más divertido y formativo, era agarrar al mundo de frente y por los cuernos. Más divertido y formativo tolerar el nerviosismo de ligar sin tener alcohol en la sangre, de pararse a la mitad de un bar sólo, sin nada en la mano. Más divertido ser divertido y divertirse sin tener que reírse con un cuerpo que tiene su capacidad motriz mermada.
Algo de esa reflexión me queda, y por eso bebo poco.Sin embargo, le he encontrado un gusto particular al mezcal. Por algún motivo me gusta el sabor del mezcal, como no me gusta de ningún otro alcohol (ok, también me gusta toma micheladas cubanas, y muy a veces cubas campechanas con coca lite y appleton dorado). Lo bebo y lo bebo, y siento que es agua con un sabor fuerte. Me emborracha pero no igual que otros alcoholes. Aún no sé que es, pero sospecha que me hace pensar como borracho, pero no merma mi capacidad motriz. El filósofo William James, que le gustaba experimentar con tanto químico se le pusiera en frente, una vez se tomó una botella de mezcal buscando que su contenido de mescalina lo hiciera alucinar. Para su desgracia no alucinó nada pero se topó con una tenebrosa cruda al día siguiente.
Por cierto...si van a comprar botellas de mezcal, no compren del procesado industrial. Chafea y sabe a tequila malo. Mejor comprenlo en la tienda de la Unión de Palenqueros de Oaxaca que está en el centro de Oaxaca, Mariano Escobedo 510. En Wikipedia hay una buena explicación para reconocer el buen mezcal del malo. (el peor mezcal de todos es uno de marca Gusano Rojo...guacala!).