Quienes empezamos a leer en serio por ahí de mediados de los noventas, sólo escuchamos halagos a Octavio Paz. En serio, nunca nunca nunca me he topado con críticas, hasta ahora que (tres días después de escribir esto me doy cuenta que en serio soy un imbécil, me leí no una sino dos veces "La Jaula de la Melancolía de Bartra) me acabo de leer la reseña que escribió HAC en 1979 al Ogro filantrópico. Es de una furia y dureza la crítica que permite entender muchas discusiones, y estilos de escritura, que están presentes en la discusión política mexicana desde entonces. Lo que más critica HAC es la imprecisión histórica, la mistificación, la falta de rigor analítico, la ceguera culturalista.
Lo que odiaba de Paz queda más claro en la imágen del jórobado en La Guerra de Galio, no me acuerdo muy bien pero dice algo así: un jorobado no deja de serlo porque decimos cada vez que lo paseamos que en realidad no es jorobado, sino que es como cualqueir otro. Por lo tanto lo primero que tenemos que hacer con un jorobado es reconocer que lo és. Es decir, no podíamos seguir inventando mitos sobre lo que nuestro país posrevolucionario era, sino que teníamos que empezar por reconocer que era una cloaca.
Sin embargo, más interesante es el texto sobre Martín Luis Guzmán publicado en 1977 un año después de su muerte. La crítica es brutal. La sentencia final sobre sus últimos días expresan el enojo de un escritor y conocedor de la revolución, más joven, francamente desilusionado por Guzmán. La clave está en la postdata el texto:
Vi a Martín Luis Guzmán sólo una vez, en septiembre de 1975, durante la toma de protesta como candidato del PRI de José López Portillo....Cuando el candidato pasó junto a nosotros vi o creí ver a Guzmán -encanecido y enjuto, pero vigoroso- trepar a su silla para poner la mano en el nido de brazos...La ambición juvenil y el entusiasmo ritual del acto me fascinaron. Guzman era entonces senador de la República y tenía 88 años. Acaso había encontrado en la Revolución Institucionalizada -con reglas más o menos fijas, modales y corbatas- el ámbito adecuado para desahogar, en persona, la irracionalidad que tanto aborreció en la Revolución Armada.
Lo que a primera vista parece criticar, es la conversión de Martin Luis Guzmán de un crítico a un oportunista como tantos otros.
Aunque aquí es donde está la contradicción sobre el realismo. Al principio del texto HAC critica a Guzman y otros observadores de la clase media ilustrada en las épocas de la revolución, por criticar la política de los generales, por asquearse del oportunismo y la corrupción:
"El aguila y la serpiente" es uno de los momentos culminantes de la literatura mexicana...sus únicos párrafos desechables...son los de moralina expresa, los momentos en que ese refinado espectador abandona la zona umbría en que fue colocado desde el inicio...y sube al púlpito a repetir en voz alta sus clases de civismo y su memorización del Manual de Carreño: ¡Uy, tienen ambiciones personales! ¡Uy roban! ¡Uy, fusilan sin juicio! ¡Uy, no saben leer! ¡Uy, beben mezcal en el mismo vaso pegajoso! ¡Uy, la Revolución ya no es señorita!
Lo que no reconoce HAC es que justamente Martín Luis Guzmán terminó por someterse al realismo. Terminó por aceptar las cosas tal y como eran. Aceptó que la revolución no era señorita, entonces dejó de criticarla y se dejó seducir por ella. Dejó que la cloaca siguiera siéndolo, coincidiendo con Aguilar Camín, pues no dejaría de serlo por simplemente desearlo y decirlo. HAC nos repite una y otra vez "seamos realistas" sin darse cuenta que eso es lo que termina por tumbar la imaginación que abre las oportunidades de futuros distintos.
Justamente el problema del realismo como justificación es que no deja espacio para imaginar las cosas de diferente manera. No permite crear visiones que motiven y movilicen el cambio. El realismo hoy es seguirse comportando como lo marca el ethos posrevolucionario o puesto de mejor manera por Jesús Silva-Herzog Márquez, "El poder del grupo consiste, pues, en su capacidad de definir lo que es práctico....De acuerdo a esta estructuración de incentivos y recompensas, lo realista ha de seguir el dictado de don Fidel [Velázquez]".
Hoy, en la política mexicana, en nuestra democracia procedimental, lo realista ha de seguir el dictado de la Maestra Elba Esther
Una ventanita al rebuscado mundo de la partidocracia:
Crónica
24/11/08
"La dirigencia nacional del Partido Socialdemócrata exigió al IFE investigar el financiamiento del Movimiento Nacional en Defensa de la Soberanía, que encabeza Andrés Manuel López Obrador, y el del Movimiento Nacional por la Esperanza, que anunciará en los próximos días René Bejarano.
De acuerdo al presidente del PSD, Jorge Carlos Díaz Cuervo, un movimiento como el que encabeza López Obrador, donde se realizan giras por el interior del país, requiere recursos de al menos cinco millones de pesos al mes.
Sin embargo, la opacidad que prevalece alrededor de las finanzas de ese movimiento hacen urgente que se conozca el origen de esos recursos, consideró.
Y es que explicó que el marco legal impide a empresarios realizar campañas con tendencias políticas, pero hay movimientos como el de López Obrador y el que está por anunciar Bejarano que no son partidos, pero tienen clara intención de influir en el proceso electoral del próximo año."
Claro en la partidocracia no se fiscaliza a los partidos y legisladores que desvían recursos para financiar a aliados y adversarios. Sino que se fiscaliza a los que no tienen cargos de partido ni son legisladores para que no vayan "a influir en la elección".
Creo que deberían de fiscalizar a todos los editorialistas por tener tiempo para escribir e influir en la elección. Si no es suficiente podemos fiscalizar a los medios que publican a estos editorialistas. Por último si la siguen armando de tos, podemos fiscalizar a los ciudadanos que compran periódicos. Si no lo hacemos corremos el riesgo de que estos peligrosos compradores de periódicos desestabilicen el sistema de partidos.