No sé bien cuando me empecé a fijar en Japón. Tataré de enlistar la posibilidades.
1. Mis papás se negaban a comprarnos un Nintendo en los ochenta porque decían que era el método de los japoneses para idiotizarnos y conquistar el mundo.
2. Cuando vi Belle y Sebastian (con Puchi), Remy, Heidi, Tom Sawyer, Mazinger Z, Supercampeones, y Caballeros del Zodiaco. (también la de los koalas, y la de la chica que salía medio desnuda)
3. Cuando una noche de fin de semana brincando canales en Sky, me topé con Ghost in The Shell.
4. Cuando vi Akira, el Sueño de Shihiro, la Princesa Mononoke, Perfect Blue, Toky Godfathers, Jin-Roh, Neon-Genesis.
5. Cuando vi Lost in Translation y Babel.
6. Cuando tomé una clase con una especialista en desarrollo industrial del este asiático, leí The Rise of the Rest, y me dio envidia de que nuestros desarrollistas siempre hayan titubeado y nuestros neoliberales fueran tan contundentes.
7. Cuando leí Inventing Japan de Buruma, creyendo que entendería como uno puede pasar a la modernidad pero inventando una propia.
8. Cuando leí libros de Murakami y me topé con que los adolescentes japoneses son como el resto de los adolescentes.
9. Cuando leí que en México pusimos campos de concentración de japoneses durante la Segunda Guerra Mundial. Uno en el Batán (ahí en San Jerónimo) y otro en la ex-hacienda de Temixco. Que el gobierno mexicano no fue particularmente ojete con ellos y que de hecho en comparación con Canadá y Estados Unidos nuestros campos de concentración fueron menos graves. (cómo puede ser que este pedazo de información esté tan escondido y nunca en ningún libro de historia me lo haya topado).
En fin empecé a pensar en Japón en algún momento. Desde entonces no me lo logra sacar de la cabeza. De alguna manera Japón es un país que funciona bastante bien (sin contar los 90s, y claro que un nacionalismo, religioso, racista y estúpido los llevó a hacer atrocidades ridículas), que tiene poca pobreza, poca desigualdad, seguridad social básicamente universal, innovación brutal, y al mismo tiempo sigue siendo muy japonés. Todo esto tras ser durante siglos una pequeña isla rural que llegaba tarde al siglo XX.
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