Salió una artículo en el número anterior de Nexos sobre la concordia y la discordia entre las y los mexicanos (que se puede leer completo aquí) escrito por José Carlos Castañeda (¡Saludos!). Simplemente por el tema no había tomado el tiempo de leerlo, ya estoy cansado de los llamados a la concordia. Pero ahora que lo leo, me preocupo una vez más por la insistencia de las élites en la concordia sin contenido. Se dice recurrentemente que la concordia es el valor a defender en la democracia, frente a todo lo demás. Los acuerdos, la conciliación, los pactos, como motivo de celebración, y la confrontación y la crítica como indeseable (¿que no suena a los 80 o 70 o 60?). El artículo concluye que la democracia mexicana está en riesgo porque no se logra la siempre deseable concordia, por que los ciudadanos se enojan con los políticos que "transan" y "concilian" ("...hasta el grado con identificar la conciliación con la traición en los rangos más bajos de ingreso").
Tengo una interpretación diferente. Si la democracia mexicana nos tiene descontentos es justamente porque persiste el argumento que la democracia es resolución de conflictos y no creación de conflictos. En defensa de la concordia, nunca hubo una comisión de la verdad sobre los cŕimenes del pasado, no se metió a nadie del Pemexgate a la cárcel, se pactó con Elba Esther, el IFE perdonó a las televisoras, la Suprema Corte perdonó a Mario Marin, el gobierno federal defendió a Ulises Ruíz, se nos olividó lo que hizo Peña Nieto en Atenco, y los Amigos de Fox nunca fueron castigados.
Lo que en el fondo revela el articulo y la encuesta es más sobre quienes hacen las preguntas que sobre quienes dan las respuestas. La esperanza termina depositada en la concordia como se practica en las familias, "por ejemplo en las familias se observa el más alto nivel de concordia". (¿en serio nadie ve el argumento ultraconservador detrás de eso?), y la indeseable discordia de quienes critican a toda la clase política como actitudes anti-políticas.
Es verdaderamente impresionante que a los encuestadores nunca se les haya ocurrido preguntar "¿Cuándo los políticos son conciliadores, a quiénes benefician? o ¿son conciliadores en nombre de quién?".
En todo caso el problema de la discordia y la concordia en nuestro país es que ambas sirven para conservar, no para cambiar. La concordia construida de innumerables pactos y acuerdos, en donde misteriosamente nadie pierde nada,y no hay sacrificios por hacer. Y la discordia que muchas veces cuando existe sólo es por la distribución del dinero y poder del palacio, nunca es mucho más que eso.
Hoy me preocupo más el miedo a la discordia y confrontación (¡la discordia y confrontación son democráticas!), y el tan poco miedo a los acuerdos del status quo. ¿Qué no lo peor que puede pasar es que no pase nada (otra vez)?
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