Líbano tiene 10 mil 500 kilómetros cuadrados. Beirut está a como a 210 km de Tel-Aviv, y la Ciudad de México está a 388 kilómetros de Acapulco. Es decir, ir de Beirut a Telaviv es más o menos como ir del DF a Chilpancingo, y Líbano es como de la mitad de tamaño que el Estado de México.
Estas referencias geográficas sólo las pongo para tener alguna perspectiva sobre lo que significa haber participado en la guerra civil y militar en Líbano en los años ochenta. Imaginando que el DF es Telaviv y Chilpancingo, Beirut, sería como agarrar a un montón del gente del DF, darles metralletas e ir a darse de balazos con los habitantes de Chilpancingo que básicamente viven a tiro de piedra (o bala, o misil) del DF.
Ayer fui a ver Vals con Bishir, me dejó en shock. Casi siempre lo suelen hacer las películas de guerra que tienen como objetivo transmitir las sensaciones y las reflexiones que quienes participan en una guerra. Simplemente me parece increíble como somos capaces de adaptarnos a condiciones de terror, ansiedad, y dolor tan brutales, pero seguir funcionado. No me puedo imaginar con un rifle en la mano, baleando a personas, y seguir adelante en la vida.
Vals con Bashir es un documental-animado sobre las masacres de Sabra y Shatila en Líbano en 1982. El director, escritor, y demás de la película, Ari Folman fue soldado del ejército israelí y aunque estuvo presente en la masacre, no se acuerda de nada hasta que lo va reconstruyendo con la memoria de sus compañeros. Su manera de seguir adelante con la vida es literalmente olvidando que estuvo ahí. Claro que la parte más shockeante de la película es la "participación indirecta" en la masacre del ejército israelí, pero vale la pena poner la misma atención en cómo describe toda la participación del ejército en Líbano. Simplemente balean por balear, no saben que más hacer y están tan aterrados los jóvenes soldados que disparan al aire, a la gente o a lo que sea con tal de no dejar de hacerlo.
Lo que me parece más fuerte de la película, y que no está mencionado en las reseñas que leí, es cuando uno de los entrevistados (psicólogo) le dice algo más o menos así: "el problema de la masacre en los campos de Shatila y Sabra para ti, es que son parte de la masacre al pueblo judío en los campos de concentración alemanes en la segunda guerra mundial. Pero en esta ocasión fue el ejército israelí el que se comportó como nazi".
Para mí no hay nada peor, y creo que debamos mantener la idea de que las personas no hacen nada peor, que lo que hicieron los nazis, Pero justamente si esa idea tiene que ser mantenida es para tener un estándar, y bajo ese estándar la masacre descrita en el documental, es sin duda de las peores cosas que pueden hacer las personas.
Esa es la paradoja permanente de la guerra. Uno puede ser un guerrillero comunista en Entebbe creyendo que lucha contra el nazismo, matando judíos, o puede ser un judío permitiendo una masacre en campos de refugiados en Líbano creyendo que es parte de la batalla contra el antisemitismo. Esa es la lógica de la guerra, cuando uno cree que no le tocó escoger ni a los enemigos ni las armas, pero que aún así esos son los enemigos que tiene que combatir, y esas son las armas para hacerlo. La única manera de salir de esa lógica es cuestionarse si los enemigos tienen que seguir siéndolo, y sí esas son las armas que debes de traer en las manos.
Aquí un par de reseñas que encontré para los interesados:
The New Republic: Waltzing with Beirut
The New Yorker: Private Wars
Entrevista con Ari Folman
Y en los blogs de un par de cuates:
Acidminds
A Farewell to Silence
Te comento Andrés que acá en La Laguna no me ha sido posible verla en pantalla "grande". Me he tenido que limitar a un DVD chafa. Tengo mi propia opinión escrita -ya avanzadilla- de la peli; espero me des tu opinión cuando la publique. Por lo pronto mi aportación para tu comentario es lo siguiente: Vals con Bashir es antibélica y no es entretenimiento.
Un saludo; sin olvidar que todavía no podemos hace nada contra el centralismo cultural mexicano.
Publicado por: edymex | 25/07/09 en 17:16