En los últimos meses he estado siguiendo la columna de Carlos Bravo en La Razón llamada "Conversación Pública". En ella suele hacer un análisis, de eso, de la "conversación" que se genera a partir de los medios de comunicación. A veces se centra en el tema y otras veces se centra en los estilos y personajes que participan en esta conversación.
Su última entrega "Profesionales de la Opinión" me hizo pensar en lo que parece una locura del momento, pero que aún así vale la pena como fantasía.
CBR ve que con la democratización y la relativa apertura de los medios los opinadores tomaron una papel estelar en la vida pública que antes no tenían. Se convirtieron en grupos de presión unimembres, especialistas, predicadores, y hasta "educadores". Una suerte de televangelistas de religiones propias (ja). Parte de su importancia es que los opinadores son poderosos en un país dónde la única manera de someter a quienes tienen al poder a un mínimo escrutinio público es a través de los medios de comunicación (y ni así).
Parte del éxito, pero también de las limitaciones de los opinadores es que es difícil atribuirles responsabilidad sobre las consecuencias de lo que escriben. Una posible hipótesis es que los millones de palabras que salen de sus bocas y dedos tienen muy pocas consecuencias si es que alguna. Otra, más benevolente, es el supuesto básico de CBR: sí hay consecuencias pues detrás (o frente) de lo que parecen monólogos hay una conversación.
Comparto la idea de que hay una conversación pública, y considerando que:
1) En nuestro país el sistema de partidos es rígido y no permite que las personas que participan políticamente privilegien la organización a partir de corrientes de opinión, ideas y estrategias comunes. Por el contrario impone un sólo molde que sólo premia ciertas opiniones (muy difusas), ciertas ideas (muy pocas), y ciertas estrategias (toma el dinero y corre).
2) Quienes sí participan políticamente suelen darle poca importancia a sus propias palabras. La mayoría de las veces simplemente buscan la expresión más escandalosa, y otras tantas buscan la menos comprensible para no asumir ningún compromiso. Es decir, no suelen haber matices bien reflexionados. El maniqueísmo que se construye no es ideológico, sino un maniqueísmo entre lo fácil de gritar y lo fácil de evadir. Cualquier cosa entre estos dos puntos, no existe.
Propongo la siguiente fantasía (o si quieren ejercicio imaginativo):
A) Imaginemos que el país entero es una asamblea. En la cual todos participamos, pero sólo unos pocos tienen derechos a voz, y unos menos tienen derecho a voto (y veto).
B) Como es muy difícil saber con claridad quienes son los que tienen derecho a voto (y veto), imaginemos que las fracciones parlamentarias están definidas por las opiniones que emiten quienes tienen derecho a voz (espacios en los medios de comunicación, sean políticos, periodistas, oenegeros, opinadores, académicos, manifestantes, etc).
No está fácil el ejercicio. Pero ¿qué fracciones se formarían? ¿quiénes y qué tan seguido pasarían de una fracción a otra? ¿quién tendría mayoría, quienes harían coaliciones? Estas no son preguntar retóricas, es en serio, ¿habría una fracción liberal, una conservadora, una de izquierda democrática, una telebancada? ¿tal vez más fracciones? (estas sí son preguntar retóricas, ja).
nota: a todo esto le digo fantasía, porque creo que estaría muy divertido (para los clavadazos de estas cosas) tener algo así como lo que en inglés se conoce como fantasy baseball, un fantasy congress. (¿te cambio mi CEMS por tu JSHM?)
El país ES una asamblea donde algunos tienen voz y otros tienes voto. La imagen que planteas es, creo, un modelo de la realidad---pero la realidad ya ES así. JSHM y CEMS tienen voz, pero los únicos que tienen voto son los partidos... Las fracciones ya existen, la única diferencia es la r. O sea, facciones. Y lo chistoso es que el método de votación default intra-facción (de selección de representantes) es, por construcción, de Condorcet coöptado.
Me gusta tu Rotisserie OpEd League. El único problema es que no hay camiseta donde quepan los apellidos de tus jugadores. ¿Será por eso que no son futbolístas?
TL
Publicado por: tlajous | 26/08/09 en 12:04
Jajaja muy bueno lo del nombre. Ocuparían más espacio que el número....
La fracciones que existen no representan la discusión lo que representan es la capacidad de algun@s de navegar la burocracias partidistas. Sobre todo porque hay más fracciones de las que ves y hay unas con veto de minoría. i.e. snte, cce, slim, tvs, bimbos, etc.
Publicado por: andres.lajous | 26/08/09 en 13:23
Muy de acuerdo, por es les llamo facciones, sin R. "Facción" es, según el OED: "3. a political party, chiefly in bad sense, an oligarchical clique."
TL
Publicado por: tlajous | 26/08/09 en 17:51