Hace unos días leí este artículo publicado en la revista The Atlantic. Me llamó la atención, el tono en general, pero en particular una cita a un texto académico en el que se describe al ejército mexicano como "un cartel más" en lo que el gobierno llama "la guerra contra el narcotráfico".
As de la Rosa suggested, there is a dismal history of collusion between the armed forces and organized crime. In the late 1980s, the Mexican defense secretary was caught peddling protection to three drug organizations, which paid him a total of $10 million. In 1997, Mexico’s chief anti-narcotics officer was indicted for providing the Juárez cartel with classified drug-enforcement information in exchange for millions of dollars in bribes. In a 2001 essay in the Journal of Contemporary Criminal Justice, a University of Texas criminologist, Patrick O’Day, cited several instances of Mexican soldiers’ guarding narcotics shipments and transporting them into the United States in military vehicles or by other means. These operations were so extensive and went on for so long that O’Day concluded that the army was a cartel unto itself.
Cuando lo leí me pareció excesiva la comparación, sobre todo después de leer otro texto de Enrique Peñalosa en el que explica el problema de hacer equivalentes a la fuerza pública con las bandas del crimen organizado.
Hoy me doy cuenta que no es que los medios o la ciudadanía los esté haciendo moralmente equivalente. Son ellos mismos, es el gobierno, es su estrategia de "guerra", es el responsable del operativo contra Beltran Leyva que acomodó (o permitó) que se acomodaran joyas y dinero sobre el cadáver. Es el Gobierno Federal, que a través de la Armada y el Ejército manda un "mensaje" como los "narco-mensajes" de descabezados a los que ya nos hemos acostumbrado.
Durante el día he leído en Tuiter la indignación de algunos periodistas, especialistas en medios, y más personas que les parece que la prensa por razones éticas no debió de haber publicado las fotos de los cadáveres.
Pero la prensa no me sorprende, la nota roja es nota roja hoy, ayer y siempre, aquí y en todo el mundo. Retomo la foto que publicó el periódico Reforma porque representa la estrategia de comunicación del Gobierno Federal. Eso es lo que quiere nuestro gobierno que veamos los ciudadanos.
Creo que el verdadero escándalo, la verdadera irresponsabilidad es del Comandante en Jefe de nuestras fuerzas armadas, Felipe Calderón, que en el afán de legitimar una guerra que por definición no tiene fin (y me parece que poco sentido) usa a los medios de comunicación para mandar mensajes de venganza y violencia como una cartel más. Él es el responsable de la equivalencia moral, no la ciudadanía y no los medios. Él, si lo quisiera, podría detener la lógica de la guerra que está penetrando en la sociedad y destruyendo el poco respeto que le quedan a las instituciones.