Hace unas semanas recibí una amable llamada de una empresa de relaciones públicas para invitarme un viaje todo pagado a una ciudad fuera del DF, para asistir a unas "conferencias". La voz muy amable me pidió un correo electrónico, para enviarme la invitación. En un principio no tenía claro si la invitación era para participar en una mesa o simplemente ir como parte del público. En el correo me lo aclararon, de publico que tuitea:
"Estamos muy interesados en tu asistencia a este evento por considerarte líder de opinión en medios digitales; te reitero que los gastos de transporte aéreo y local, hospedaje y alimentos, correrán a [nuestro] cargo"
¿Líder de opinión?...Chale. El tema de las conferencias, es un tema que claro que puede resultar interesante para cualquiera, pero que en lo particular está poco vinculado al trabajo profesional que he hecho. Es decir, me invitaban como una suerte de comunicador, con la esperanza de que mi comunicación ayudara a difundir el evento que es organizado y patrocinado por una empresa. Relaciones públicas tal cual.
Hoy en la mañana leo un texto de Ana Francisca Vega, sobre "Las licencias de la prensa mexicana", trata de la relación entre políticos, tortas y prensa. Me pregunto si las relaciones con privados deben de regirse bajo normas éticas parecidas.
Cuando, me llegó la invitación me di cuenta que la única razón por la cual se me antojaba ir a las conferencias, era porque pagarían ellos el viaje, y me daría tiempo de visitar a personas que viven por allá. Me hizo pensar en la vieja cantaleta que usaba el PAN contra el clientelismo del PRI, "Toma lo que te dan y vota por el PAN". Pero me temo que no tengo el estómago, para engañar así a unos y otros. No tomo lo que me dan, ni voto por el PAN (ni por el PRI, jejeje).
Con la misma amabilidad que me invitaron, decliné la invitación y les sugerí que invitaran a otras personas que pudieran estar interesadas en el tema. Yo no tengo nada que tuitear sobre aquellas conferencias...