Hace unos meses me llamó la atención un post que publicó Jesús Silva-Herzog Márquez, sobre algo llamado "El Nuevo Autoritarismo Marxista". El post vincula a dos textos que pretenden discutir el pensamiento filosófico de los filósofos europeos Alain Badiou y Slavoj Zizek, al denunciarlos como un peligro. Cuando el post fue publicado, leí con atención el texto de Alan Johnson en la revista Dissent, en la que denuncia a Badiou y Zizek como recuperadores del terrorismo de Estado, que defiende la idea de una "Verdad" (con V mayúscula), y descartan la democracia liberal como parte de un sistema hipócrita de dominación. Sin más, me pareció interesante, que identificara Johnson la idea del terror y totalitarismo a partir de la defensa de algo llamado "Verdad".
Soy de los que cree que una de las mejores maneras de hacer que la democracia funcione es dejando indeterminado "el centro", y por tanto renunciando a conceptos metafísicos que usen mayúsculas para justificarla. El uso de algo como "Verdad" no es exclusivo de lo que entendemos como totalitarismo, y no faltan los Liberales que defienden el liberalismo justamente porque creen que es la garantía de mantener la Verdad como horizonte (i.e. Popper, quien usa ese horizonte para definir la "verosimilitud" de una conjetura). Por tanto, siempre que alguien critica el uso de mayúsculas como parte de la justificación política y filosófica, pongo atención (aunque confieso que a veces los defensores de "lo Bueno" me parecen menos graves que los defensores de "lo Verdadero").
El otro link del post era a un artículo de Fernando Escalante publicado en La Razón, en el que a partir de un perfil sobre Alain Badiou publicado en la revista francesa Marianne, alerta a sus lectores de fenómeno mediático que hay en Francia de un filósofo maoísta enloquecido que defiende a Pol Pot, a Mao, y la revolución cultural china. Sin embargo, el perfil/entrevista de Marianne, es sobre todo una denuncia, primero describe las posiciones de Badiou en el pasado y las organizaciones políticas de extrema izquierda a las que ha pertenecido, después entrevista a sus enemigos, y por último hacen un entrevista en la cual no hay respuestas de más de tres líneas, y la mayoría son de unas cuantas palabras. De la mezcolanza de citas, el autor, da a entender que hoy Badiou defiende a Pol Pot, y no condena a Mao (aunque en el mismo texto Badiou dice que Mao es el asesino serial más grande de la historia, lo cual al autor le parece poco serio).
En fin, leí los textos de JSHM, Johnson, y Escalante, y asumí que efectivamente esos maoístas transnochados andan enloquecidos. En general, lo que hicieron Pol Pot, Mao, Stalin y los Nazis (entre otros, que incluye "capitalistas" sin duda o ¿a poco los 30,000 desaparecido de la dictadura Argentina no cuentan?) me parece lo peor que pueden hacer las personas. Aunque sí creo, al igual que Rafael Rojas (y Richard Rorty) que hay una diferencia entre el marxismo y el nazismo en cuanto a sus crímenes vinculados.
Por mera casualidad hace unos días empecé a leer el libro Infinitely Demanding: Ethics of Commitment, Politics of Resistance de Simon Critchley, en él usa a tres autores para definir su proyecto ético, entre ellos a Badiou. Lo que Critchley rescata de Badiou, sale del texto L'Ethique (se puede descargar completo aquí, pero sshh no le digan a nadie aunque seguro que a Badiou no le gusta mucho el dinero. ja.) y tiene que ver con la discusión larga e interesante entre el particularismo y el universalismo. Critchley rescata lo que él llama el universalismo situado de Badiou, el cual tiene como elemento central la "fidelidad".
Me llamó tanto la atención la descripción de Critchley, que sin acabar el libro, fui velozmente a comprar el libro de Badiou. Es un ensayo corto, e interesante. Primero, como se podía esperar, critica lo que se entiende como "la ideología ética" (básicamente los derechos humanos y el liberalismo de la democracia parlamentaria) hoy en día en la cual "lo bueno" no está definido excepto a partir de la evasión de "lo malo". Badiou dice que "lo malo" debe ser en todo caso definido como una derivación o perversión de "lo bueno" (como Platón pues). Sin embargo su definición de "lo bueno" es difícil de convertirla en "lo Bueno", porque tiene como supuesto básico la particularidad y multiplicidad de toda situación. A "lo bueno" de manera confusa, lo llama "proceso-de-verdades"(sí, así con minúscula y en plural. Me sorprende que en la entrevista que cita Johson, verdad está con V mayúscula, lo cual no sé si es cosa del autor de la entrevista pues en algunos casos si aclara que es en plural y minúscula), el cuál está determinado por "un evento", en el cual un "animal-humano" interactúa con una situación de tal manera que se sale de su simple superviviencia y se convierte en un sujeto que hace que el evento sea universalizable. (el mejor ejemplo que da Badiou de esto, es en otro libro sobre San Pablo, el evento es cuando a San Pablo en el camino a Damasco se le aparece Jesús, y a partir de ahí decide abrir y promover el cristianismo a cuanto quisiera ser "fiel" al evento de la aparición de Cristo). Entonces "lo bueno" para Badiou son este infinito número de eventos, en los cuales cualquier animal-humano puede ser sujeto. Es decir no hay un sólo evento. Hay eventos particulares, que sólo lo son, si pueden ser universalizables.
Si todo esto suena rebuscado, es porque lo es. Una vez definido "lo bueno" se va a definir "lo malo". Tres cosas pueden ser "lo malo", 1) la traición o infidelidad a un evento (ie. San Pablo vive lo que vive, pero decide mejor irse a la playa a descansar en vez de intentar universalizar el evento), 2) el terror a partir de un simulacro, el ejemplo que da son los Nazis, que dice simulan un "evento", al pretender ser como la revolución francesa, pero que en realidad no lo son porque no tenían por objetivo universalizar sino excluir y erradicar; y 3) el desastre a partir de la intención totalizdora. En este úlitmo caso el ejemplo de Badiou es clave: la revolución cultural China. Dice que fue algo malo, porque no moderó la aspiración de universalización de un "evento" sino que lo trató de convertir en una situación total que justamente niega la infinidad de situaciones particulares. En palabras de Peter Hallward quien escribe la introducción al libro en inglés, el mal para Badiou es: "a) traición, la renuncia a una fidelidad difícil, b) engaño, la confusión de un mero simulacro, de un evento con un evento genuino c) terror, o el esfuerzo de imponer el poder total, sin moderación, de una verdad".
En fin, me clavé en el asunto, y me pareció particularmente interesante la forma y el lenguaje de descalificación que usan en sus textos Johnson y Escalante. En el caso de Escalante es particularmente notable, porque él crítica que en el texto de Badiou "¿Qué significa Sarkozy?" (el cual no he leído), Badiou usa insultos contra el presidente Francés como "renacuajo" y "hombre de las ratas", pero él mismo descalifica a Badiou sin discutir el contenido de alguno de sus textos diciendo: "Badiou es un maoísta convencido y ferviente, incombustible, capaz de
defender la Revolución Cultural o la política genocida de Pol Pot"....lo cual no hace...por lo menos no hoy, sino incluso, lo contrario en uno de sus textos más famosos, y en la misma entrevista que cita.
Estas descalificaciones de Escalante y Johnson (e indirectamente de JSHM) (que sin duda hay y pueden haber críticas buenas e interesantes al trabajo de Badiou y a la ambigüedad en el uso de ciertos conceptos), de cierta manera prueban el argumento de Badiou en contra de "la ideología de la ética". Estos críticos no disputan una idea de "lo bueno" o "los bienes", sino una muy clara definición sobre "lo malo". Si hay ambigüedad en los argumentos que usas para calificar de malo a algo malo, -dicen- porque son argumentos distintos a los míos, quiere decir que lo que dicen no tiene nada bueno, e incluso es peligroso.
Ahh y buscando más cosas de Badiou, di con esta
reseña que escribió Raymond Geuss en el European Journal of Philosophy sobre el libro de Badiou que mencioné arriba. Geuss dice:
This book is very clearly written, and the keen intelligence and intense, focused intellectual energy of its author are manifest on every page. It provides a view of moral and political philosophy that is highly suggestive and radically different from anything else I have ever seen in the literature. Given its brevity and the complexity of the theory it seeks to outline, there are any number of issues on which one would like further clarification, but despite its sketchiness it is by far the most interesting work of philosophy I have read in the past decade or two.