Estoy leyendo las memorias de Leoluca Orlando (libro que me prestó un teórico italiano desconocido de apellido Arriagada [buen no, es un chiste local)), quien fue alcalde de Palermo dos veces en los momentos más rudos del combate con la mafia siciliana. A penas voy al principio (bueno, como la 1ra 4ta parte) y apunto esto porque me llamó la atención considerando todas las obras de infraestructura urbana que hay en el país, la forma en la que se ganan elecciones, y la "guerra contra el narco":
A principios de los 60 Lima era Alcalde de Palermo y Cianimino era su comisionado de obras públicas, de lejos, la más importante de todas las direcciones municipales. Juntos supervisaron el diseño del infame «Plan de la Ciudad», que de hecho, se convirtió en el manifiesto del «Saqueo de Palermo».
Se urbanizó a la fuerza las áreas verdes de los alrededores de la ciudad, zonas que invariablemente pertenecían a «amigos de amigos», y cuyo valor inmediatamente se elevó por los cielos. Allí aparecíó un estilo de arquitectura que solamente se podría denominar Modernismo de la Mafia, conformado por ciudades dormitorios de cubos de cemento para los inmigrantes que llegaban de las áreas rurales, malhechas estructuras de indignidad abarrotadas de pobres que no recibían ningún servicio municipal después de ocupar sus viviendas (¡en algunas áreas de la ciudad no había conexiones de agua, gas ni electricidad, no solo durante unos días o meses, sino incluso años!). Cuando uno ve estas junglas de concreto, puede entender por qué los sicilianos eran los mayores consumidores per cápita de la Tierra, no solo de aceite de oliva, tomates y anchoas, sino también de cemento.
Lima y Ciancimino supervisaron la ejecución de los planos del «Saqueo» y permitieron que la Mafia supervisase todos los ámbitos del negocio de la construcción logrando ganancias astronómicas. En realidad sus construcciones eran destrucciones disfrazadas...
El resultado fue la destrucción de la ciudad y de su espíritu. Además de las barrancas de concreto en los alrededores de la ciudad, surgieron proyectos surrealistas como carreteras que llegaban a zonas sin salida y fábricas que nunca produjeron nada, mientras que el centro de la ciudad implosionaba debido al descuido. Los magníficos edificios moros y las iglesias normandas se deterioraban en medio de un descuido que hacía pensar en un bombardeo, igual que sucede con Bedford-Suyvesant, el barrio de Nueva York. La población del centro de la ciudad disminuyó de algo más que de cien mil habitantes a menos de cuarenta mil, casi de la noche a la mañana, y los que se quedaron vivían en una pobreza similar del Tercer Mundo.
Cualquier parecido con la Ciudad de México, u otras ciudades en México no es casualidad.
De los últimos argumentos que has estado publicando para el caso de la Supervía (o más bien contra la...), este post figúrate que describe cuando menos el caso del centro de Torreón: cada vez más despoblado.
Hay una obra municipal nueva conocida como la Gran Plaza. Honestamente no sé que beneficios puede acarrear (más allá del beneficio económico para sus constructores), pero lo que me preocupa es que sigan basando sus expectativas de éxito en base al automóvil (dicen contará con 750 cajones). Sí, con esa obra quizá mucha gente decida regresar al centro, pero nunca como algo integral sino como una simple idea comercial de acudir a él sólo de dia y en la noche dejarlo casi muerto. En cambio, no hay (ni por asomo) algún proyecto que incentive re-habitar el centro. Al contrario, siguen con la idea de hacer "crecer" la ciudad rumbo al oriente (caso Torreón) y al norte (caso Gómez Palacio)dejando casi al olvido sus viejos centros.
Cierto: no es casualidad.
Publicado por: edymex | 03/08/10 en 16:55