Ya he puesto un par de posts (Palermo, y genérico) sobre cómo la forma urbana en parte define qué tan insegura puede ser una ciudad. Este pasaje lo acabo de topar en Gomorra, de Roberto Saviano, sobre las afueras de Nápoles.
Al final, el espacio está preservado en el nombre mismo de Scampia, que en un dialecto napolitano difunto quiere decir "tierra abierta". Un lugar en el que crecen las hierbas. En donde los infames Vele, o Silis, un proyecto de vivienda pública monstruoso surgió en los sesenta. El símbolo podrido del delirio arquitectónico, o tal vez simplemente una utopía de cemento sin poder alguno para oponerse a la máquina del narcotráfico que se alimenta de esta parte del mundo. El desempleo crónico y la ausencia total de planeación para el desarrollo social han transformado esta zona en una bodega de narcóticos, un laboratorio para convertir el dinero de las drogas en una vibrante economía legal. Scampia y Sendigliano le bombean oxígeno de los mercados ilegales a los negocios legítimos.
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