Aquí mi columna del día de hoy.
Los accidentes de tránsito no son ni tienen por qué ser considerados un evento natural o necesario. La frustración que nos generan se debe a que consideramos este tipo de accidentes claramente prevenibles.
Muchas veces, refugiamos nuestra ansiedad posterior en la duda del contrafáctico ¿qué hubiera pasado si me levanto cinco minutos más tarde de la cama?. Sin embargo, me atrevo a decir que esa reacción, de manera desmedida coloca la responsabilidad del accidente en el individuo.
Los accidentes tienen actores, personas, no hay duda, pero esas personas se mueven dentro de un contexto más amplio que promueve o sanciona ciertos comportamientos. Ese contexto, en el que interactuamos millones de personas, es una de las razones que justifica la existencia del Estado. Construimos reglas, instituciones, y damos autoridad a los gobiernos para cuidarnos de las consecuencias imprevistas de vivir en sociedad.
La mayor parte de los accidentes de tránsito en el DF están vinculados a los automóviles. Esto no es un fenómeno local, por el contrario, en todo el mundo, cuando hay un crecimiento en el uso de coches, suelen haber más accidentes. Pese a que los coches ahora son más seguros que antes, el número de víctimaso se mantiene o crece.
Pareciera, como lo describe J.G. Ballard en su novela Crash(la cual recomiendo ampliamente, aunque advierto que sólo es para lectores que toleren frases como "de sus jeans blancos se desprendía un olor que era una mezcla entre semen y anticongelante"), que hemos fusionado nuestras vidas a las de los automóviles.
Tomamos decisiones personales y colectivas en referencia a ellos. Nos describimos a nosotros en función del coche que tenemos o queremos.
Según datos del INEGI, en el DF los accidentes de autos crecieron entre los años 2004 y 2006, para empezar una tendencia a la baja entre 2007 y 2009 (los de transporte público parecen estables). ¿La baja se debe a que el GDF decidió implementar el alcoholímetro y cerrar bares a las dos de la mañana? Es difícil saberlo sin un análisis estadístico más riguroso, pero no suena descabellado.
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