En un interesante artículo en Foreign Policy escribe Francis Fukuyama sobre el narco en Colombia, la renovación urbana y las lecciones para México. Aunque primero expone y defiende con gusto la política de recuperación del espacio público del exalcalde Sergio Fajardo, Fukuyama termina la nota con una advertencia no menor, que tal vez deberia de estar al principio del texto.
En este último párrafo explica que una de los temas clave en al reducción de homicidios en Medellín, fue la reducción en la competencia entre bandas por el mercado de drogas. Es decir, el gobierno no combatió a todos, sino sólo a algunos de los grupos criminales. Sin embargo una vez que tuvieron que arrestar al líder con el que habían hecho el "pacto" original, la tasa de homicidos se duplicó en un par de años.
The harder lesson here, however, is that there are no quick fixes in a drug war, and two steps forward are often followed by one step back. After bottoming out in 2007, Medellín's homicide rate has since doubled (though it is still one-fifth of what it was at the city's early-1990s nadir). Nearly everyone in the city agrees that the uptick in violence was the result of the Colombian government's 2008 decision to extradite to the United States former paramilitary leader turned crime boss Diego Murillo Bejarano, locally known as Don Berna. What that meant, in effect, was that the critics had been correct: The Colombian government hadn't actually successfully demobilized the drug-trafficking paramilitaries. Instead, by seriously crippling the competing guerrillas, the government had given a monopoly to Don Berna. It was peace achieved through market dominance, not demilitarization -- and when Don Berna's extradition decapitated his organization and prompted a violent scramble for power among lower-ranking lieutenants, the peace fell apart.
Este argumento, me parece particularmente interesante en el marco de la discusión que ha habido en México sobre el mismo tema. Por un lado, está un argumento parecido aplicado a México, por Eduardo Guerrero, y por el otro las distintas respuestas (aquí una chafa, y acá una mejor) de Alejandro Poiré (vocero en materia de seguridad del gobierno federal).
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