Frente a la posibilidad de aprobar la reforma política los legisladores deben escoger en qué bando se colocan
Colaborador Invitado
ENFOQUE/Reforma
(22 mayo 2011)
Andrés Lajous
Integrante de la Asamblea Nacional Ciudadana (Anca).
En la discusión actual de reforma política no es sorprendente ver distintos intereses en disputa. Lo que sí es un poco más sorprendente es ver a un partido como el PRI dividido entre quienes desde el Senado promueven un cambio en el sistema de partidos, y quienes desde Cámara de Diputados o los gobiernos estatales pretenden cerrar siquiera la posibilidad de discutir el contenido de la minuta.
Un análisis de las propuestas permite, por lo menos, tener una hipótesis sobre estos intereses encontrados. La hipótesis es la siguiente: las y los legisladores que asumen que tienen como ventaja comparativa su carrera legislativa apoyan estas reformas, las y los legisladores que asumen que tienen como ventaja comparativa su relación con quienes hoy son "presidentes potenciales" se oponen.
¿Cómo explican estas propuestas su apoyo o rechazo por distintos legisladores? En términos de la distribución de poder, las carreras políticas, y las formas de representación de la sociedad, el paquete de propuestas enviada por el Senado a la Cámara de Diputados contiene dos iniciativas clave: 1) la posibilidad de reelección para legisladores y la no-prohibición de reelección de alcaldes, 2) la posibilidad de la participación en las boletas electorales de candidatos independientes.
Como han documentado respectivamente los académicos Benito Nacif y Jeffrey Weldon, los gobiernos posrevolucionarios usaron dos instrumentos en la legislación electoral para centralizar el poder y reducir la competencia en el sistema de partidos entre los años treinta y cuarenta del siglo pasado: primero, prohibieron la reelección de legisladores y alcaldes, y después disolvieron los partidos locales y establecieron altos requisitos para lo que hoy se conoce como el "registro" de partidos. El objetivo era claro: hacer que el Poder Ejecutivo o la cúpula partidista tuviera un poder desproporcionado en las carreras políticas de sus integrantes -en detrimento del poder de los electores-.