Una versión de este post lo publiqué en el Blog de la Redacción de Nexos.
Hace unas semanas en el noticiero de Denise Maerker me preguntaron qué opinaba sobre los bancos en México. Entre los comentaristas y algunas llamadas telefónicas me hicieron sentir un nacionalista enloquecido. Más allá de las quejas que la mayoría de los usuarios tenemos en términos de servicios y cobros de comisiones, me preocupa el tema del limitado acceso al crédito que ofrecen los bancos en México para la actividad económica.
Cuando he estado en alguna ciudad de un país rico, por ejemplo Nueva York, lo que más me llama la atención -como a todos- es la cantidad de edificios gigantescos. Camino entre ellos y me trato de imaginar la movilización de recursos que implicó construirlos. Las toneladas de materiales que tuvieron que ser transportadas, las horas de trabajo pesado que tuvo que ser pagado, los diseños, los tubos y cables, y las adecuaciones al contexto urbano, etc. Es decir me imagino el proceso y me imagino lo caro -realmente cifras inimaginables- que implica una obra de ese tamaño en tan poco tiempo. Esa cifra inimaginable, que me lo resulta cada vez, de algún lugar tiene que salir en muy poco tiempo, y como todos sabemos esas cantidades de dinero líquido en plazos tan cortos está disponible para realmente muy muy pocas personas, e incluso empresas, en sus cuentas de banco o debajo del colchón.
¿De dónde salen los recursos para cubrir los costos de construcción de obras privadas (o públicas) enormes? Salen de todos, de la banca que ofrece crédito como resultado de un proceso cooperativo. Miles (millones) de personas guardamos ahí nuestro dinero, lo cual lo pone a disposición temporal de quienes quieren o necesitan movilizar grandes cantidades de recursos en poco tiempo. Ellos pagan por tener acceso a esa suma de recursos, y nosotros cobramos por darles ese acceso.
En fin, todo esto para decir, que pocas cosas tan importantes puedo imaginar para una economía que el acceso al crédito.
En el número de junio de la revista Nexos, Gerardo Gutiérrez Candiani publica un artículo llamado "La banca que no presta" en el que explica cómo las restricciones a la disponibilidad de crédito a privados está frenando la inversión en nuestro país, y aprovecha para comparar con otros países:
En los últimos años el financiamiento total al sector privado mexicano ha sido equivalente a aproximadamente 22% del PIB. En Colombia esta relación es de 34%, en Brasil de 56%, en Chile de 98%, en China de 108%, en Sudáfrica de 145% y en España de 201%.
En nuestro país la inversión y el capital de trabajo de la mayoría de los agentes económicos se financia, básicamente, con recursos propios o por medio de proveedores. Se estima que sólo 15% de lo que invierten las empresas se obtiene mediante crédito bancario o emisión de deuda. Quienes más padecen por esta situación son las pequeñas y medianas empresas.
De acuerdo con estudios recientes del Banco Mundial, solamente alrededor del 11% de las empresas mexicanas cuenta con alguna línea de crédito o préstamo, menos de la mitad que en un país como Kenia. En América Latina nos superan, por mucho, Perú (70%), Chile (69%), Brasil (65%), Colombia (52%) y Argentina (39%).En 2010 el crédito total otorgado por la banca comercial al sector privado fue equivalente a 16.5% como proporción del PIB, 19 puntos porcentuales por debajo de lo que estaba en 1995. En el mismo año el financiamiento de la banca de desarrollo a las empresas fue de apenas 0.8% como porcentaje del PIB, tres veces menos que hace 15 años.
Los datos me parecen brutales: la empresa que no tenga el "tamaño" para autofinanciar su inversión o financiarse con el crédito de proveedores (que a su vez tienen que ser suficientemente grandes para poder otorgarlos) está destinada a vivir al día. Compran los materiales ayer, para vender hoy, y poder pagar los materiales para vender mañana. Y luego nos preguntamos por qué crece y crece tanto un sector económico con poco capital como el comercio ambulante....
Estos datos en sí no son una defensa del nacionalismo bancario, pero tal vez nos dan pistas. Otros datos, en donde sí se compara la banca nacional con la extranjera los ofreció también en la revista Nexos, "Teoría y Realidad" Aldo Musacchio hace un par de meses:
Aun con todas las mejoras, los bancos que se volvieron extranjeros no son más eficientes que sus antecesores de acuerdo a varias medidas.
(1) En primer lugar, estos bancos tienen costos administrativos más altos (tal vez porque invierten más en la evaluación y seguimiento de los créditos).
(2) En segundo lugar, estos intermediarios de crédito tienen un diferencial de tasas de interés de préstamos y de depósitos más alto, una señal de ineficiencia (tienen que cobrar más para cubrir sus costos de intermediación). Lo interesante es que este diferencial de tasas es mayor porque los bancos extranjeros cobran tasas de interés más altas que las de sus antecesores mexicanos.
(3) En tercer lugar, los bancos que se volvieron extranjeros dan menos préstamos comerciales e hipotecarios como porcentaje de su cartera total. Inclusive, el volumen de préstamos privados como porcentaje del PIB ha caído radicalmente en México a un poco más de 20% del PIB, cuando Brasil se encuentra cerca del 60% del PIB y las economías desarrolladas están arriba del 100% del PIB.
(4) Finalmente, como los bancos son más cautelosos y gastan más en tener más sucursales, en evaluar créditos y en monitorearlos, estos bancos no tienen ganancias mayores que las de sus antecesores mexicanos (el retorno sobre los activos no es estadísticamente mayor).
El texto aquí citado es un resumen de un trabajo académico hecho por Musacchio y Stephen Haber llamado "Foreign Entry and the Mexican Banking System, 1997-2007". En él ofrecen, entre otras posibles explicaciones, la idea de que los bancos extranjeros tienen menos "información blanda" sobre los sujetos de crédito en un país ajeno al propio. Por lo que entiendo, los bancos extranjeros no cuentan con mucha información sobre las empresas que no sólo existe de manera estandarizada y que está basada en cierta informalidad que les permitiría hacer distintos cálculos de riesgo para decidir a quién prestar y a quién no. Es decir, no conocen al hijo del primo que es nieto del amigo, del que puso una empresa, con el tío del sobrino, del socio del abuelo.
En fin todo esto para decir que no es que tenga una suerte de fe en los actores económicos que son nacionales frente a los que no lo son. Sino que simplemente, creo que vale la pena por lo menos pensar que lo que puede sonar a una disputa meramente retórica entre "nacionalistas" y "globalizantes" no necesariamente lo es. Hay datos y hay argumentos que describen mecanismos bajo los cuales, tal vez sí importa la nacionalidad de los bancos.
Completamente de acuerdo. El lucro desmedido de la Banca en México es uno de los factoes de nuestro atraso, más grave que el crimen organizado. Claro, hay los malos y los peores. BBVA Y HBC por ejemplo cobran a lo chino, tanto por la vía de las comisiones como por descontar la nómina a quien tiene atrasos en el crédito. Inconcebible.
Publicado por: Ramsés Ancira | 01/06/11 en 13:42