Aquí mi artículo de hoy en El Universal, que de cierta manera es una versión del post que subí ayer aquí.
El escándalo que generó esta semana el video en el que se muestra a dos personas agrediendo e insultando a un policía después de un intento de hacer una revisión por aparente estado de ebriedad, ha provocado un sinfín de comentarios en medios de comunicación y redes sociales.
Sin embargo, la discusión que inició con la burla (a veces clasista, racista, y desmedida) y condena a las agresoras, poco a poco se ha ido convirtiendo en un juicio a la actuación de la policía.
Quienes se llenan la boca de frases que llaman a una tajante aplicación de la ley, o denuncian la incapacidad de la policía para hacer su trabajo al no detener a las agresoras, evitan tratar de entender cómo y por qué suceden las cosas a partir de su complejidad, para quedarse en la comodidad de la hipócrita retórica del “Estado de Derecho”.
Probablemente hay pocos trabajos tan difíciles como ser policía de calle.
Tu actividad está regulada por un conjunto de leyes y reglamentos que constriñen y guían la forma en la que debes actuar en cada momento, pero que por definición no pueden prever todas las situaciones, contextos y actores a enfrentar.
Aquí un artículo largo de Elena Azaola, donde se pueden encontrar testimonios de policías como estos:
Desearía que la sociedad nos dejara de estigmatizar por nuestro origen humilde. En verdad es cierto que carecemos de una posición económica, pero en cambio nos sobra un gran espíritu de lucha y el valor suficiente para dar la vida por alguien a quien no conocemos.
Nosotros los policías, además de enfrentarnos a la diaria prepotencia del ciudadano en la calle, nos encontramos inmersos en problemas de prepotencia, corrupción y despotismo por parte de nuestros propios compañeros de trabajo y por nuestros superiores, siendo de esta manera doblemente atacados…. Así como el ciudadano se queja del policía, también nosotros nos quejamos del ciudadano porque hay algunos que se acercan no sólo para insultarnos y agredirnos, sino incluso para pedirnos dinero porque dicen que para eso estamos, para ayudarlos. Somos rechazados y vistos como enemigos de la población, socialmente tenemos que padecer la desconfianza y el desprecio de la población.
Cuando uno trata de poner el orden, lo insultan a uno. No saben lo que es estar 8 horas parado en un crucero…. Hay gente loquita en la calle que nos insulta sin razón. A veces se tiene uno que poner al tú por tú con la gente y, aun cuando el ciudadano agreda, siempre tiene la razón. A veces hay que gritarle a la gente.
Somos la escoria para la sociedad porque dicen que estamos maleados y corruptos, y no se considera que salimos de esa misma sociedad y somos tan corruptos como ella. La sociedad entera ha perdido los valores… No nos da pena hablar ante una sociedad más corrompida que nosotros, que se pasa por el arco del triunfo las leyes, que se perdona al 50% o al 60% de los que cometen delitos y que defiende su derecho a violar las normas.
Es vergonzoso cuando nos paramos, por ejemplo, en la fiesta del día del padre en la escuela de nuestros hijos y que les digan ¿tu papá es policía? ¿y roba?… Eso preocupa: que avergüencen a nuestros hijos.
Este video salió en el periódico Reforma, intentando hacer un esfuerzo por atender a la perspectiva de las y los policías.
Comentarios