Estoy leyendo "El Juicio (el jurado de León Tora y la Madre Conchita)", una obra de teatro de Vicente Leñero en la que reconstruye el juicio del asesino, y presunta autora intelectual del asesinato de Alvaro Obregón (ah, me muero de ganas que ya hayan juicios orales). En la declaración de Valente Quintana, policía que un año después sería nombrado jefe de la policía de la ciudad de México por Elías Calles, explica cómo había otro complot para envenenar a Obregón en un viaje a Celaya y poner unas bombas en el Congreso. Ante la pregunta del Procurador, contesta cómo suele encontrar la "verdad" en las confesiones:
Procurador: Cuando se les aprhendió, ¿fueron sus propias declaraciones las que permitieron descubrir la existencia de ese complot?
Quintana: Exactamente. Y debo decir que fueron declaraciones completamente espontáneas. Yo prefiero darles coba, o como usted quiera llamarle, a aplicarles tormento, porque en esa forma tengo la convicción precisa de que me dicen la verdad.
Y claro dar cobra o aplicar tormento pueden querer decir cualquier cosa, pero sospecho que como la usó Quintana fue para sacar la "verdad" a la mala...aunque claro, frente al tormento uno está dispuesto a llamar verdad lo que sea.