Este es un artículo que me publicaron en el periódico El País online.
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En este sentido no hay duda que el descalabro más grande lo recibió el partido que está en el poder y que en términos electorales redujo su presencia en casi todos los espacios de disputa política. Este hecho en sí obliga a una lectura pendiente sobre el desempeño del PAN en el Gobierno, los últimos doce años, no solo a nivel nacional sino a nivel estatal. En el caso de las izquierdas y en particular su candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, han sido exitosos en subir al debate público, durante la campaña y en estos últimos días, varios temas que serán ineludibles en el futuro próximo: el uso ilegal de recursos públicos y privados en los procesos electorales, la calidad del periodismo (particularmente en medios electrónicos) y la pluralidad de la cobertura noticiosa, la estructura del mercado de medios de comunicación, y la falta de transparencia y/o conflictos de interés de las casas encuestadoras, entre otros.
Considerando que todos son temas controvertidos en donde los beneficiarios de la situación actual son particularmente poderosos, solo podemos esperar que haya cambios si los partidos de izquierda, tal vez un desanimado PAN, y las movilizaciones estudiantiles tienen la capacidad para mantenerlos vivos en el debate público en los meses por venir. Las resistencias que ha habido a lo largo del tiempo para lograr modificaciones en estos temas, tampoco permitirá prescindir del conflicto político, sino que es probable que requiera de él. La pregunta clave es: ¿cómo se puede canalizar la frustración de una derrota, para lograr cambios sustanciales pese a estar en una posición de debilidad?
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