En toda la disputa sobre si poner parquímetros o no en la Roma-Condesa, está saliendo otro tema en la discusión pública. ¿Deben o no los gobiernos (sobre todo locales) hacer consultas públicas (incluso votaciones) para tomar decisiones?
Por un lado, todos los días, salen argumentos sobre la "lejanía" entre gobiernos y ciudadanos, por el otro cada vez que alguien propone algo como una consulta público, los mismos que se suelen quejar de esa "lejanía" entre gobiernos y ciudadanos, brincan diciendo que nada se debe decidir por consulta.
En este caso Ricardo Alemán y Carlos Puig han escrito en contra de hacer la consulta por la consulta misma. Es decir, los detalles los tienen sin cuidado. Para el primero el problema es que hay quien "saca raja política" (este es el argumento más ridículo, ¿quién y cuándo no?), para el segundo es problema de liderazgo y de capacidad de decisión del delegado de la Cuauhtemoc.
Mi impresión de las consultas es otra. Creo que son una oportunidad para dar argumentos en público, informar e informarse más sobre qué es buena idea y qué es mala idea. Creo que también son una oportunidad para tener experiencias de tolerancia, paciencia, creatividad, y demás actitudes que requiere cualquier proceso de toma de decisión público y colectivo, no sólo para consultas. Lo que más me gusta de las consultas no es que rompan la "lejanía" entre ciudadanos y gobiernos, sino que acercan y confrontan a ciudadanos que piensan distinto. En el caso de los parquímetros, la discusión en la Roma-Condesa está siendo mucho más rica que la discusión que (no) hubo en Polanco. ¿Que eso hace que los franeleros o vecinos ultraconservadores tengan voz, e intenten promover sus interereses? No hay duda, eso es exactamente lo interesante de las consultas; los intereses, grupos políticos, y coaliciones se hacen explícitas y públicas, y por tanto pueden ser llamados a cuentas. ¿Que no hay suficiente información para tomar la decisión "correcta"? Entonces quienes están a favor y en contra deben justamente distribuir esa información de la manera más rápida, eficiente y persuasiva posible.
En el caso de la consulta del domingo, no hay otra cosa que puedan hacer quienes están a favor y quienes están en contra de los parquímetros: tratar de convencer a los vecinos que su posición es la mejor en términos públicos y no sólo en términos privados. Hacer eso, en nuestro país, es un ejercicio democrático poco común, pero sin duda necesario.
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